viernes, 30 de mayo de 2008

La Escuela


La nueva rectora, esposa del antiguo rector, mirando desde su balcón al patio en el cual se encontraban sus alumnos, esperando el silencio, se sintió lista para dar su discurso de bienvenida. Era su primer año en el colegio y quería imponer reformas en éste ya que sus antecesores habían hecho de esta institución un desastre. Habían robado parte del presupuesto escolar, engañado a sus subordinados, y desilusionado a los alumnos. La nueva rectora tenía su discurso bien preparado, lo había practicado toda la semana y ya lo sabía de memoria. Primero se presentó, luego hablo sobre sus planes y finalmente anunció su principal reforma para lograr que la economía del colegio mejorara: aumentar las retenciones a los sueldos de profesores y aumentar la cuota de los alumnos, según ella un quince porciento, que en realidad era un cincuenta.
Los profesores y alumnos empezaron a quejarse, y lentamente un ambiente de protesta empezó a gestarse tanto dentro de las aulas como fuera de ellas en la tan prestigiosa institución. A pesar de las numerosas reuniones entre los representantes de los profesores y la rectora, el desacuerdo seguía y la paciencia se agotaba. La amenaza de paro de los profesores hizo reaccionar a la rectora que prometió cambios para satisfacer las necesidades del profesorado. En un supuesto discurso conciliador, la rectora acusó a los profesores de utilizar materiales prescindibles para aumentar los costos de la institución.
El profesorado, ya sin paciencia, agotados por las numerosas disputas, decidieron dejar de enseñar hasta el momento en el cual un acuerdo fuera realizado: se llamó a la huelga docente. Durante la huelga los profesores recibieron en mayor parte el apoyo de los alumnos que mediante protestas ayudaron a éstos a hacer llegar su queja. Lápices y lapiceras atacaron contra la rectora, pero aún así la situación sigue sin resolverse.

La cancha


La cancha

Domingo, tres de la tarde, el barrio de Avellaneda se paraliza para vivir un nuevo clásico entre Racing e Independiente. En las coloridas tribunas se ven familias enteras, hinchas y simpatizantes de ambos equipos hablando sobre el partido.
El primer tiempo ya terminó e Independiente se fue al vestuario con una ventaja de 1 a 0. Las clásicas discusiones empiezan a oírse en todo el Cilindro. Primero, se escuchan los fuertes gritos del tipico engreido que opina sobre el partido y la situación del equipo desde la ignorancia, y sin ningún tipo de fundamento. Las mujeres, que nunca quieren quedarse afuera, tratan de aportar con comentarios totalmente irelevantes al juego, refiriendose a la vestimenta de los equipos, y dando su humilde opiñón sobre la actuación de los jugadores. También se puede observar el nunca faltante que trata justificar el resultado en contra con escusas, y echándole la culpa a la terna arbitral por haber anulado un gol en off-side y no haber cobrado un penal.
Al arrancar el segundo tiempo, y más alla del resultado y críticas que se escucharon en el intervalo, el optimismo de la gente se hace sentir y se escuchan, sin cesar, canciones de aliento y apoyo hacia el equipo. A los quince minutos del segundo acto, Racing logra empatar , pero unos minutos después, debido a una fuerte entrada al mediocampista rival, el equipo local pierde a un jugador. La hinchada, disconforme con la sanción del árbitro, empiezan a arrojar projectiles a los jugadores y árbitro, y tratan de invadir el campo, colgándose de los alambrados. Los insultos resuenan en toda la cancha entre ambas hinchadas, y se ven fuertes discusiones, que terminan en violencia fisica, hasta entre fanáticos del mismo cuadro. Debido a que el arbitro no tenía las garantías de seguridad para desarrollar el partido, decide suspenderlo. Los jugadores vuelven al vestuario, y una vez más, el encuentro termina con detenidos y heridos por los conflictos en las plateas.

Tareas 30/5

1) Pensar en espacios donde se desarrollen diversas actividades humanas: una escuela, un hospital, un cuartel, un negocio (¿un locutorio, una juguetería, un bazar, una veterinaria...?), una plaza, un cine, un teatro, una cancha de cualquier deporte, una biblioteca...
2) Pensar cuál de ellos y por qué sería apto, para ustedes, como símbolo de tres o cuatro características relevantes de nuestro país. Piensen las analogías que podrían establecer entre dichos rasgos y las personas, objetos, situaciones, del espacio elegido como símbolo.
3) Redacten un texto en word de aprox. 300 palabras, cuyo título sea "El/la...(espacio elegido en 2) y a través de cuya trama -con los personajes, objetos y situaciones del espacio elegido- pueda leerse una alegoría de las características del país.
4) Busquen una imagen representativa, literal o simbólica, que ilustre el texto. Además de las imágenes de Google, pueden buscar en http://deviantart.com, http://flickr.com y otros. También prueben con poner la búsqueda en otro idioma aparte del español.
4) Suban el texto y la imagen al blog como un post, con el título del cuento.

Atención al tiempo. 11.diez a más tardar tendrían que estar terminando de subir el texto y la imagen para que todos tengamos tiempo de leer las producciones.

jueves, 29 de mayo de 2008

Tareas 29-5

1- Ver acá el documental sobre el río Patuca, en Honduras: observen los paisajes y tengan en cuenta que esta fue una de las primeras regiones que exploraron los conquistadores españoles. Observen de paso cómo viven los pobladores de la zona.

2- Leer todos los cuentos y realizar un comentario sobre el indicado acerca de las características del realismo maravilloso que el cuento tenga o no y acerca de su opinión personal como lectores.

3- Leer el texto sobre el arte africano; recordar que el concepto de "mestizaje" es clave para entender el arte de América Latina; mirar los comentarios que provocó y determinar:

-si en general son pertinentes o si hay desvíos de temas.
-en qué consisten las valoraciones positivas de la muestra y en qué las negativas.

Subir lo anterior como comentario, en el post que corresponde

martes, 27 de mayo de 2008

Cuentos 2008- realismo maravilloso, 5


El Muñeco

Paula, desesperada, lanzó el endemoniado muñeco lo más lejos que pudo y volvió a su casa llorando, recordando todo lo que había ocurrido en aquella semana.

Era un día como cualquier otro. Paula paseaba tranquilamente. Aunque no tenía amigos debido a su aspecto físico, Paula nunca se sentía sola, ya que había desarrollado la habilidad de hablar con los muñecos que tenía. Mientras caminaba, encontró un muñeco tirado en el suelo. Paula lo levantó y observó que tenía varios cortes y que no tenía pelo. Lo llevó a su casa y lo limpió, pero parecía que le faltaba algo. Fue entonces que se dio cuenta de qué se trataba y fue corriendo a la peluquería de su tío. Allí juntó un poco de pelo y se lo pegó en la cabeza al muñeco. “Gracias, Paula”. La joven sonrió al ver que el muñeco estaba agradecido, aunque se extrañó un poco porque la voz le resultaba familiar.

Paula volvió a su casa y cosió el traje del muñeco, pero lo pinchó sin querer con el alfiler. Se sobresaltó al escuchar un grito que venía del jardín. Era su padre. Al parecer, había sentido un fuerte pinchazo en el brazo y se le había caído el martillo que sostenía en el pie. A Paula no se le ocurrió asociar el muñeco con el accidente de su padre y no se daría cuenta hasta 6 días después.

Pocos días después, Paula se despertó y miró por la ventana. Estaba nublado y había bastante viento. Saludó al muñeco, que se había convertido en su mejor amigo y del cual no se separaba nunca, y fue a desayunar. Cuando terminó, se dio cuenta de que el muñeco no estaba donde lo había dejado. Lo buscó por todas partes, preocupada por haber perdido a su mejor amigo, pero no logró encontrarlo. La lluvia golpeaba violentamente contra la ventana y el viento huracanado arrastraba todo lo que hallaba a su paso. La ventana se abrió de repente y un relámpago iluminó el comedor. Paula vio como su gato jugaba con el muñeco, el cual había recibido varios arañazos en todo el cuerpo. Levantó el muñeco e intentó hablarle, pero este no le contestó. Al pasar por el comedor, descubrió horrorizada a su padre inconsciente, presentando los mismos síntomas que el muñeco. Paula se quedó congelada. Entonces se acordó de que el día de su primer encuentro con el muñeco, su padre había ido a la peluquería y lo entendió todo. Los cortes del muñeco, los pelos de la peluquería, el fuerte pinchazo que había sentido su padre…todo tenía sentido ahora. Su inseparable amigo había resultado ser un muñeco vudú y el pelo que le había puesto al muñeco era de su padre. Sus piernas temblaban y no podía moverse. Decidió que debía deshacerse del muñeco lo antes posible así que le arrancó el pelo y salió corriendo de la casa. Volvió al lugar donde había encontrado el muñeco maldito y se deshizo de él. Terriblemente dolida por tener que separarse así de lo que había sido su mejor amigo y su posesión más preciada, se alejó lo más rápido que pudo del lugar.

Paula llegó a su casa. Su padre no estaba en ninguna parte. Fue al jardín y lo vio. Estaba pálido y se seguían viendo los cortes, pero parecía estar sonriendo. “No fue por tu culpa, Paula. No sabías nada sobre el muñeco. Ahora debo irme” dijo el padre a su hija. Paula no tuvo tiempo de reaccionar cuando su padre se elevó hacia el cielo alejándose cada vez más y más.


Cuentos 2008-realismo maravilloso 6


La familia Lourd
Aquel día, Influencia, el perro de la familia Lourd se levantó color violeta. Cuando el joven Alejo se despertó mareado por no haber cenado la noche anterior y vio a su mascota de ese color corrió asustado a avisarle a su padre que ya se encontraba en su escritorio. Apenas le terminó de contar, sucedió aquello que pasaba cada vez que un perro cambiaba de color : alguien llamó a la puerta.
Paulina, la ingenua empleada de los Lourd, dejó pasar al individuo sin preguntar quién era y lo situó en la sala de estar mientras llamaba al señor de la casa. Felipe entró a la sala a través de la angosta puerta que conectaba con su despacho. El forastero ya estaba acomodado con su abrigo sobre la mesa y fumando su pipa de madera. El señor Lourd trató de mostrarse sin miedo y caminó hacia él con firmeza para esconder su miedo y su delgado cuerpo. Sin ningún tipo de preámbulos y con autoridad, Lourd se expresó en tono amenazador : Los derechos de los negros en mis tierras no tienen ningún valor! Soy su dueño y voy a hacer lo que quiera con ellos! Ahora lárguese y no vuelva!
El misterioso forajido, sin perder la calma, dijo que esta había sido su última visita, pero que antes de despedirse necesitaba pasar al baño. De muy mala gana, Felipe accedió. Por desconfianza, el latifundista lo esperó al otro lado de la puerta, donde oyó al viejo murmurar unas palabras incomprensibles seguidas de un olor extraño y luego, silencio. Al cabo de unos minutos, exasperado, Felipe goleó la puerta y preguntó si tenía para mucho. Al no recibir respuesta alguna entró, pero no encontró nada. El forastero había desaparecido, dejando en una pared unas escrituras color rojo oscuro en un lenguaje desconocido por el hombre. El señor Lourd decidió hacer caso omiso de la última visita de aquel extraño sujeto y continuó con su vida.
Semanas después de este encuentro, los Lourd ganaron la lotería y Felipe, segado por el poder, empezó a maltratar a sus esclavos con mucho más rigor.
Una noche, el hombre se despertó sobresaltado por que oyó en un susurro traído por el viento que entró a su cuarto la vos del extraño que repetía: Ya se te advirtió, ya se te advirtió.
A la noche siguiente, la familia Lourd festejó una buena cosecha comiendo de la misma en un gran banquete al cual asistieron varios grandes empresarios.
Al otro día, la familia se despertó con síntomas extraños. Al chico le costaba ponerse sus zapatos por que tenía los pies muy gordos; la madre tenía problemas para vestirse: ningún vestido pasaba por sus anchas caderas, que habían doblado su tamaño; su hija, la más flaca de la familia, era ahora la mas gorda y por último, Felipe no solo no podía ponerse su traje sin romperlo sino que le faltaba el aire al caminar.
Felipe se encargó de que su familia no se alterara por el súbito aumento de peso diciendo que a la familia Fernández le había pasado lo mismo por no bendecir la comida.
Al cabo de una semana, los Lourd (inclusive la pobre Influencia) ya se estaban pareciendo a hipopótamos, y les costaba trabajo continuar sus vidas con normalidad. Por eso Felipe decidió ir a ver a la gitana del pueblo para que le explique qué era lo que estaba pasando. Esta, sorprendida al leerle la mano derecha, le contó que la gordura que sufría era el producto de un hechizo irrompible, característico del brujo Cumbawue, quien venía haciendo justicia desde hacía siglos.
Decepcionado, Felipe se fue para su casa, en donde se encontró con un humilde y buen pintor que buscaba retratar familias importantes para hacerse conocido. Al cabo de unas horas, el tal Botero terminó su obra y se fue de la casa. Esa fue la última vez que alguien vio a los Lourd.
Por Teitelbaun Santiago y Bindelli Lucas

lunes, 26 de mayo de 2008

Cuentos 2008, realismo maravilloso- 4


















La bailarina pesada

Estela levantó la mirada asustada. Todos los objetos de su cuarto estaban intactos como el día en que por fin había logrado desaparecerse. Todavía tenía puesta la malla de danza que se estaba probando para verificar que todavía le entrara, pero su cuerpo estaba muy diferente: su cadera tenía un tamaño afinado, su cintura estaba perfectamente marcada y su barriga había desaparecido totalmente.

Todo había comenzado el día del ataque de ansiedad en el que se había comido gran parte de los muebles de su cocina como consecuencia de una prolongada dieta en la que no había logrado adelgazar más de dos kilogramos. Estela había llegado apresurada a su casa dando grandes zancadas y había corrido bruscamente hacia el baño quitándose la ropa instantáneamente. Había respirado hondo manteniendo el aire durante unos segundos y se había parado sobre la balanza con los ojos cerrados. La balanza indicaba ciento cinco kilos con quinientos gramos. Estela abrió los ojos sin lograr entender la causa de esos malditos números. “Cinco gramos menos… sólo cinco… ¿Para esto me morí de hambre todo el día? ¡Por cinco gramos!” gritó rompiendo a llorar. Se soltó decepcionada sobre el gran sillón de su living y encendió la televisión. Un desfile de modas estaba siendo transmitido por el canal preferido de Estela. “Qué injusticia” pensó ella con los ojos rebasando de lágrimas. Se levantó con dificultad y se dirigió a la cocina. Abrió su heladera y recordó que hacía varios días que no iba al supermercado para no tentarse con la comida, y por ello ésta se encontraba vacía. No dudó mucho rato en realizar un deseo que pensaba hacía un tiempo largo: comerse los muebles. Después de todas las distintas combinaciones que había hecho, esto era lo único que le faltaba probar después de haber probado todos los gustos posibles de la tierra, entonces empezó por la mesa. Dio unos fuertes mordiscos y masticó con dificultad por unos minutos. Luego le siguieron la alacena, la heladera y las sillas, hasta que se sintió satisfecha, y caminó hacia su cuarto con dificultad sintiendo pesadez estomacal. Se miró al espejo y observándose durante unos pocos minutos vio cómo se iba inflando rápidamente. Se sentó sobre su cama sintiendo una culpa que rajaba el piso de madera, totalmente desanimada. Volvió a mirarse en el espejo, y vio una mujer espantosa y redonda similar a una piñata de cumpleaños. Sintió la profunda necesidad de desaparecer de la faz de la tierra, de ser simplemente invisible a todo ojo. Fue entonces que recordó que todavía conservaba la malla de danza clásica que utilizaba en sus viejas épocas, hacía treinta años, cuando todavía lograba tocarse la punta de los pies con las manos. Se la puso sin siquiera pensarlo e intentó levantar una pierna. Intento fallido. Lo volvió a probar, y falló nuevamente. Por fin lo logró en el tercer intento, fue entonces que giró haciendo la pirueta que aún recordaba, y desapareció.

Estela reapareció en un salón de baile vacío, agarrada de una barra y con la pierna en alto. Bajó su pierna, miró a su alrededor desconcertada y recordó de qué salón se trataba: era el lugar en que su madre solía darle clases de ballet. Acarició la barra unos segundos suavemente haciendo aparecer imágenes en su cabeza que aún recordaba de aquella época. Y al instante apareció el espíritu de su madre con cola de sirena. Estela dio un sobresalto, retrocediendo, en el que hizo qus se golpeara la barra contra el espejo haciendo que éste rompiera las cortinas que separaban el salón de otro.

“- ¡Mamá! ¿Qué estás haciendo acá?

- Hija mía, después de tanto tiempo recordaste lo que te había dicho.

- Sí… que cuando necesitara ayuda de manera urgente me pusiera la malla e hiciera la pirueta que me enseñaste durante tanto tiempo.

- Exactamente. Y dado que necesitas ayuda, yo te puedo conceder cualquier deseo.

- Bueno… Pienso que me podrías ayudar con un poco de plata porque el techo del baño de casa tiene una humedad que me moja hasta el auto, pero creo que voy a pedirte una televisión porque el botón para cambiar de canal está trabado y tengo que mirar siempre lo mismo. Pero ahora que lo pienso… un escritorio no me vendría…

- ¡No, hija! Ese tipo de cosas no, -la interrumpió la madre a Estela-, vos estás deseando algo muy superior a lo que acabas de decirme. ¿Acaso no recordás por qué te pusiste la malla?

- Si… bueno… en realidad es algo de lo que me avergüenzo, pero sí, lo recuerdo perfectamente, y creo que ya sabés cuál es el deseo que quiero pedirte.

- Bueno, ya no hay más de que hablar entonces, en cuanto vuelvas a tu casa, tu deseo se habrá hecho realidad. Ahora mismo tengo que irme, en cuanto me necesites, ya sabes qué hacer.

- Espe…”. Pero la madre de Estela ya había desaparecido, y ella instantáneamente empezó a girar a toda velocidad, hasta aterrizar sobre tierra firme.


Cuentos 2008, realismo maravilloso- 3









El hechizo equivocado

La pila de cuerpos yacía inmóvil cerca de su asesino. Con una sola bala alcanzó para acabar con todos. Una sola. Tal como lo había visto ya en su visión, cómo todo acabaría. Sufriendo un incendio en su interior, vio cómo las llamas comenzaban a surgir sobre su remera, la cual se sacó luego de haber extinguido las llamas de furia y tristeza en su ser.

Había matado a todos, toda su familia y amigos. Ya no quedaba nadie a su lado, solo su conciencia la cual lo hacía lentamente por dentro. Sufría de un gran remordimiento, pero según su visión, la cual lo había guiado a hacer esto, era lo correcto. O al menos eso fue lo que le pareció entender. Ahora lo único que pasaba por su mente eran los momentos felices que había pasado con sus seres queridos. Tenía el deseo de revivirlos y sabía que había una sola forma de hacerlo, debía recurrir a Mme. Grand Remè.

Cruzó toda la ciudad en cuestión de segundos y llegó frente a una vitrina llena de cabezas reducidas y todo tipo de artilugios tenebrosos, pero esto a él no le causaba impresión, ya que no era la primera vez que visitaba ese lugar, ya que había estado allí para el último cumpleaños de la Gran Mambo, el número 150 y, ya que después de todo era su abuela. Al entrar a la tienda, una voz profunda pregunta:

- ¿Quién se atreve a irrumpir en la sagrada tienda de Mme. Grand Remè?

- Oh, toda poderosa hechicera, soy yo, tu nieto el que se presenta ante ti. Necesito tu inmediata ayuda.

- Ya lo sé. Las cartas me predijeron que habría un momento de obscuridad y muerte en nuestra familia. Solo por ser tú te ayudaré.

- Gracias, mi preciada mambo.

La bruja, que había surgido de las tinieblas, a pesar de su edad, seguía pareciendo joven a la vista. Sus cabellos, largos hasta su cintura, estaban totalmente enmarañados lo cual le daba un aspecto más salvaje, parecía que hubiese estado en una pelea, sin embargo no presentaba ningún tipo de magulladura ni rasguño. A pesar de no ser tan bella, sus ojos, que reflejaban una fogosidad y juventud jamás antes vistas, podrían incendiar a una persona con una sola mirada. No era muy alta y su nariz, pequeña y respingada, estaba coronada por una verruga.

Observando atentamente hacia su biblioteca, Mme. Grand Remè tomó un libro, de apariencia centenaria, por su tapa raída y sus amarillentas hojas. Al abrirlo, un desgarrador grito inundó el cuarto, seguido por una enorme nube de polvo rojo, color sangre.

- Este libro ha estado en nuestra familia por años, y en él están escritos los hechizos más tenebrosos de nuestros antepasados y si mal no lo recuerdo, algún hechizo de resucitación hay en él.

Concentrada, la vieja mambo observaba meticulosamente cada hechizo, hasta que en una de las últimas páginas le señaló a su nieto un viejo conjuro de magia negra.

- Este es, este lo traerá de vuelta.

- Gracias, mi grandiosa mambo.

Álvaro estaba decido a ejecutar la brujería, y para eso, se dirigió al cementerio donde estaban enterrados sus allegados. Tal como lo decía el libro, tomó un puñado de tierra de cada tumba, pinchándose el dedo dejo caer una gota de sangre sobre cada montaña de tierra junto con un puñado de pólvora. Sin aviso previo, el suelo comenzó a temblar, lápidas cayeron acá y allá. Álvaro, a pesar de imaginarse que algo parecido ocurriría, había sucumbido al miedo. Rápidamente se alejó de las tumbas, ya que de ellas habían empezado a surgir las extremidades de cuerpos humanos. Cuando los observó bien, se dio cuenta de que tenían la vista perdida en el horizonte, los ojos totalmente blancos y lo único que se les podía escuchar eran unos gruñidos casi imperceptibles. Corrió desesperado hacia lo de su abuela y allí la encontró esbozando una sonrisa.

- ¡Abuela, su hechizo convirtió a mi familia en zombis!

- Álvaro, dijiste que querías revivir a tu familia. Nunca a qué precio.

Cuentos 2008, realismo maravilloso- 2












XXL

Los cañonazos resonaban con estruendos dignos de Thor, mientras que de cada lado del campo entre los dos pueblos caían soldados. Aníbal Caníbal hizo escuchar un grito aterrador que tapó por un instante la cacofonía del combate. Abalanzó sus mil doscientos kilos de grasa sobre un escuálido enemigo, asfixiándolo hasta la muerte. Arrepentido de esta acción ya que se encontró en la incapacidad de levantarse, su mente se escapó de la guerra. Y recordó el comienzo.

Discriminación. Una palabra que escuchó y comprendió desde su niñez, y que lo había perseguido siempre. Flacoburgo se caracterizaba por la anorexia de sus habitantes, y él no era precisamente de contextura pequeña. Sufrió múltiples miradas burlonas, muchos comentarios negativos y una amplia variedad de insultos relacionados con su tamaño desde su niñez hasta la edad adulta. Algunos habitantes se encontraban en su misma situación. Y todos estaban cansados. A los 28 años y doscientos cincuenta y seis kilos, Aníbal Caníbal convocó a todo citadino de Flacoburgo de más de cierto peso a reunirse en un salón especialmente alquilado a un fino comerciante para la ocasión. El aviso se comunicó de boca en boca y el día previsto, la sala estaba prácticamente llena. Aníbal se subió a un estrado colocado en frente de una sucesión de robustas sillas de madera e invitó a sus pesados compañeros a sentarse. Al apoyarse los anchos cuerpos en las sillas de caoba, estas gimieron aterradas y se escaparon a toda prisa por la puerta de servicio. No fue posible capturarlas, por lo que los invitados debieron contentarse con el mármol del suelo. Y Aníbal comenzó a hablar.

- Mis queridos compatriotas –tronó-. Los he llamado de cada rincón de Flacoburgo para que hoy respondan a una simple pregunta que ronda nuestra mente, acechando a nuestro consciente y martirizando a nuestro subconsciente. Desde tiempos inmemoriales, los habitantes de este sombrío pueblo nos han maltratado y excluido. Nos insultaron, nos alejaron de sus vidas, hicieron que nos sintamos horribles. ¡Pero esto acabará! – se oyó un estruendo de gritos de júbilo – Nosotros, los gordos, ¡nos sublevaremos contra este abuso de discriminación! – Más gritos – Sentirán nuestro odio, sentirán nuestra furia, les haremos pagar por todo lo que nos han hecho. ¡La venganza será aterradora! – el salón estuvo cerca de derrumbarse por la fuerza de los “¡hurra!” y “¡viva!”- ¡Venceremos! Si todos están de acuerdo, propongo abandonar el pueblo antes del anochecer y asentarnos en la cercanía para preparar el sufrimiento de los flacos. ¡Estén listos!

Con una velocidad increíble, el salón se vació. A las doce en punto, se podía observar una fila de enormes futuros guerreros alejándose de Flacoburgo. Y Grasondo nació. Durante cuatro meses, dos semanas y cinco días, los pesados citadinos se entregaron a un entrenamiento fuerte y duro, que consistió básicamente en ingerir toda clase de grasas, de glucosa y de otros elementos engordantes, lo que les permitió cuadruplicar su peso en poco tiempo. Adquirieron la habilidad de quemar calorías a voluntad, lo que les proporcionaba una fuerza colosal durante un corto lapso de tiempo. Rápidamente, sus cuerpos adquirieron una contextura flácida pero resistente capaz de repeler un cañonazo. Y se declaró la guerra. Flacoburgo se había enterado de esta inminente invasión, lo que les permitió preparar a sus soldados de forma totalmente básica.

Un martes, a los seis meses de la creación de Grasondo, una línea de escuálidos guerreros se alzaba en la planicie entre los dos pueblos. Y aparecieron los rinocerontes. Una manada de enormes criaturas surgió en frente de ellos, armados con sus simples manos. Cuando el ejército Flacoburgués reconoció a los Grasondinos, estos ya se encontraban a pocos metros de la primera fila. El choque fue fenomenal. Flacos cuerpos volaron por los aires mientras que gordos masivos rodaban por el suelo. La artillería Flacoburguesa se puso en marcha, escupiendo metal sobre el ejercito Grasondino. Todo par de ojo escuálido se dilató de terror cuando vieron sus propias balas rebotar y dirigirse hacia ellos. Aníbal Caníbal lideraba la ofensiva, apartando a manotazos finas cabezas. Y ahora, allí se encontraba. Tirado en el suelo, rememorando el pasado. Reflexionando. Un cuerpo flaco estaba tendido a su derecha, uno macizo se extendía a su izquierda. Y súbitamente, una idea cruzó su mente. ¿Por qué responder al sufrimiento con la violencia? ¿Por qué no intentar establecer la felicidad sin muerte? Decidido, llamó a la retirada. Walter Neroalorno, Su subordinado, el segundo al mando, no entendió.

- ¿Qué es lo que nos pides? ¡Estamos a pocos minutos de conseguir la victoria contra estos malditos flacuchos!

- Les pido la retirada. ¡No me cuestiones! ¡Retirada general!

Quemó una buena cantidad de calorías para lograr levantarse, y corrió al pueblo como ya lo comenzaban a hacer sus compatriotas. Una vez todos reunidos a la entrada de Grasondo, Aníbal tomo la palabra.

- ¡Compañeros! La muerte no es la solución. Lo he pensado, y ahora se que debemos conseguir la paz sin luchar. – Las caras de los soldados se iban volviendo cada vez mas incrédulas – ¡Cesemos este combate inútil y sangriento! – La incredulidad se volvió enojo – Solo debemos argumentar y llegar a un acuerdo. ¡Ellos entenderán! – El enojo mutó en ira – Escúchenme, compatriotas. ¡Pidamos la paz! ¡Rindámonos, y lo comprenderán!

Las palabras que iban saliendo de su boca comenzaron a tomar forma. Enfurecidas, se abalanzaron sobre Aníbal Caníbal, consiguiendo asfixiarlo.

Su corazón dejó de latir.

La multitud en frente del cuerpo se dio vuelta, y, con una expresión de alivio, volvió al campo de batalla.


domingo, 25 de mayo de 2008

Cuentos 2008, realismo maravilloso- 1-





















La estación.


Todas las mañanas me levanto temprano para salir a pasear con Mushu, el más privilegiado de toda la familia y el más amado por mí. Siempre salimos a correr por los campos, sobre todo donde papá cosecha el algodón. Aquí normalmente siempre se puede hacerlo, ya que todos los días del año es primavera, cuando las flores florecen y todo toma mucho más color.

Papá siempre se levanta primero para ir a trabajar la tierra de lo que cultivamos. Luego, mamá; qué mujer maravillosa, siempre quería lo mejor para Marine, mi hermana mayor, y yo, siempre estaba contenta, siempre le veía a la vida el lado positivo, a pesar de que era muy infeliz con papá. Por eso de la que nunca me voy a olvidar, es de Úrsula, la otra novia de papá. Cuando era chiquita pensaba que era normal que papá tuviera otra mujer aparte de mamá, pero después me di cuenta de que estaba totalmente equivocada. Por culpa de ella y papá todos fuimos asesinados, salvo yo, que fui la única que me salvé. Y además, más tarde estuve averiguando la causa de esa tarde de masacres.

Resultaba que la atorranta de Úrsula estaba con mi papá, y al mismo tiempo, con su peor enemigo, el sargento Cabral, quien quería apropiarse de nuestras hectáreas del campo y de nuestras cosechas. Una tarde soleada, el hombre le pidió a su amante, que no quería que se acercara más a Gerard, mi padre. Sin embargo, ella se le acercó nuevamente una y otra vez y un día el sargento los sorprendió a los dos juntos acostados en la alcoba de papá. Muy paralizado por lo que estaba viendo, sacó su arma, apunto primero hacia Gerard, y fue en ese instante que escuché el disparo en mi casa y salí corriendo hacia ella para saber lo que estaba pasando. Luego, el sargento apuntó hacia su amante, y la asesinó de un balazo en la frente. Cuando llegué a casa, me asomé a la puerta, y luego vi al hombre que apareció de repente, entonces me escondí detrás de ella del lado de afuera. Mamá estaba ahí, con los ojos muy abiertos, mirándolo. Al instante empezó a gritar y a pedir auxilio desesperadamente, pero nadie la oyó; solo yo la escuchaba. El desgraciado saca su arma nuevamente y con un tiro en el medio del pecho, le quita la vida. Alterada, salí corriendo por los campos. Corrí lo más rápido posible para que el hombre no me alcanzara, pero apenas comencé a escapar, él mismo salió, y me vio huir. Tiró varios tiros al principio, pero las balas no llegaron a tocarme. Seguí huyendo lo más rápido posible, y en un momento tropiezo y me caigo, hasta que vi que la luz del día se apagó en mis ojos.

Ya pasaron muchos años, y yo sigo aquí, en mi casa, con mi familia, a pesar de que fueron asesinados todos, mi madre, mi padre, mi hermana mayor, a la que le gustaba tanto el ballet, y mi perro, Mushu, con el que, por cierto, sigo saliendo a correr todas las mañanas. En fin, ahora todo es oscuro, gris, sin vida, sin color, y es invierno todo el año. Por lo menos estoy con las personas más cercanas, a las que tanto quiero y aprecio. Estarán acá conmigo siempre haciéndome compañía, en esta triste y horrible soledad.