domingo, 1 de junio de 2008

El restaurante

El restaurante

Los cocineros se reunieron alrededor de la mesa para conversar la situación. Hacía dos meses que el dueño del restaurante y chef del mismo había decidido aumentar los precios de un 20% a causa del aumento de precios de los alimentos, y sin embargo, nada había cambiado para ellos. Sus salarios eran los mismos, los utensilios de la cocina seguían desgatados de tanto uso, sólo tres de los cinco hornos que había funcionaban correctamente y la cantidad de horas de trabajo no habían sido disminuidas. Las promesas del chef de mejorar la calidad de sus productos no habían sido cumplidas tampoco.

Después de dos meses de ilusiones, tenían que hacer algo. En silencio, se miraban las caras entre todos, hasta que el sous-chef irrumpió: “Tenemos que hacer algo para revertir la situación, esto no puede seguir así.” “Totalmente” agregó el repostero “Además, nos está robando. Él no hace nada, pasa únicamente dos veces al día para darnos órdenes inútiles, este restaurante es nuestro. Sin nosotros, el dueño no tendría nada.” “¿Y qué creen que podríamos hacer para mejorar nuestra situación?” preguntó uno de los cocineros. “Podríamos dejar de cocinar por un tiempo para que se concientice y entienda que merecemos más de lo que nos da”. “Sí, como un paro”, agregó el sous-chef. Todos los cocineros levantaron la voz comentándoles a sus compañeros más cercanos lo que opinaban sobre el paro.

De pronto, la puerta del restaurante se abrió: era el chef. “Señores. Yo sé la causa por la que se reunieron hoy aquí, y quiero decirles que para beneficiarlos, llegué a la conclusión de que había que arreglar la puerta de la cocina que cruje notablemente. Mañana mismo viene mi carpintero de confianza para arreglarlo.” “Pero esto es una injusticia, hace cinco años que me viene pagando el salario mínimo y además se cree que me va a comprar con una puerta. Nosotros queremos que se respete nuestro trabajo, nuestros valores. ¿Sabe qué? Me cansé, me cansé de este lugar, de sus hornos que no andan, de su cocina venida abajo, me cansé de usted, así que me voy. Suerte con su puerta” se enojó el sous-chef. “Si, la verdad que yo también me cansé, renuncio.” Agregó uno de los cocineros. Y así sucesivamente, se fueron retirando uno por uno, dejando al chef totalmente sólo en el salón. “Pensándolo bien, les tendría que haber ofrecido arreglar el techo del baño también porque el sueldo que les pagaba era muy bajo y dudo de que alguien acepte trabajar por el mismo salario la misma cantidad de horas que ellos. Bueno, tengo que mantener la calma, respirar hondo, voy a tener que cerrar mi restaurante y pagar todas mis deudas de alquiler. Mis próximos años se verán en una profunda crisis económica, pero no pasa nada, tengo que respirar hondo y mantener la calma. Aunque podría pedirle más plata al banco y abrir una panchería, eso no estaría nada mal, aunque pensándolo bien, un kiosco…” y siguió hablando solo mientras se dirigía hacia la salida del restaurante.



No hay comentarios: