domingo, 1 de junio de 2008

Playa de Mazo










Nunca más

Como todos los jueves, la Playa de Mazo desbordaba; la multitud de mujeres que la ocupaban reclamaba y reclamaba la reaparición de su bien más preciado: los libros. Lo único que las mantenía en pie era la esperanza de reencontrar sus libros. El rector, el acusado de las desapariciones, una persona muy fría, no mostraba ningún remordimiento frente a la desesperación de las mujeres postradas en la Playa frente a su escuela. Una escuela que le estaba costando mucho mantener libre de insurrectos.

Según el rector, los libros no habían desaparecido sino que las mujeres los habían escondido para manchar su reputación. Estas con su sombrero de color blanco que las caracterizaba, exigían que el rector sacara a la luz el paradero de los libros.

Los libros habían sido trasladados a bibliotecas clandestinas luego de haber sido secuestrados de las casas por los preceptores, empleados del rector vestidos con su uniforme color verde. En estos lugares los libros eran maltratados, les arrancaban hojas, los manchaban, les tachaban pasajes enteros porque no eran del agrado del rector, y a los que no se daban a torcer los quemaban, si los quemaban, un acto de barbarie que no puede justificarse, un acto atroz cometido con el único objetivo de cambiar el mensaje, el inocente mensaje de libertad, de justicia.

Tiempo después el mandato del rector culminó, dada la presión de la gente y unas malas decisiones; ese fue tiempo de alegría para muchos pero no para las mujeres de Playa de Mazo que recuperaron una muy pequeña cantidad de libros y siguen hasta hoy reclamando la reaparición de sus añorados textos. Esperemos que algún día se conozca el paradero de estos y que nunca más suceda una tragedia como esta.


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